miércoles

Madrid

Ven, camina… dijo con la mano extendida Ella lo miro en el alma. Sabía que sus miedos no eran hacia el mundo. Lo que lo detenia era su pensar, sus pasos titubeantes se detenian al silenciar el mundo, cuando su mente le hablaba con esa voz aspera después del cigarro perpetuo que necesitaba al despertar. Ella rozó sus dedos con cada celula de su piel. Sintio los pedasitos de cuticula que rodeaban sus uñas y le dio un aire de ternura. Él pretendía sacar su coraje con su cuerpo. El ritmo del Box y el tabaco le dejaban depurar sus pesadillas mentales, pero sus ojos no mentían, tenía un alma dulce. El negro de sus pestañas definían el borde de sus sueños, pero entre breves parpadeos se dejaba llevar por ellos, y llegar a donde sus alas todavía no lo llevaban.

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